Un día recorriendo las islas del archipiélago de San Bernardo: la experiencia de una viajera amante del Caribe
Así se vive un día por el archipiélago de San Bernardo, saliendo desde Montería
Por: Mayerlin Barboza.
Para los amantes de las aventuras que implican la desconexión de la ‘selva de cemento’ en la que se vive diariamente, un paseo a paradisíacas playas puede ser una oportunidad de oro para seguir ampliando la lista de destinos visitados, más aún cuando se trata de las islas del archipiélago de San Bernardo.
Colombia tiene todo lo necesario para lograr ambos objetivos, y a propósito de eso, acá te cuento mi experiencia del día en el que, saliendo desde Montería, en el departamento de Córdoba, tuve la suerte de poder conocer en un día, cinco de las islas más hermosas y concurridas de la Costa Caribe.
Un domingo de esos en los que solo hay ganas de despejar la mente de la rutina, madrugué para emprender camino a bordo de un autobús que me llevó por tierra hasta el municipio de Tolú, en el departamento de Sucre.
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El trayecto fue de dos horas aproximadamente y resultó bastante cómodo por tratarse de una buseta climatizada. Además viajé en compañía de amigos y de un grupo de personas que tenían las mismas intenciones que yo: pasar un día completamente diferente. El ambiente desde el punto de partida fue bastante chévere.
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Mi única preocupación era cuidarme del sol y tratar de que las horas pasasen un poco más lento para disfrutar más, pues todo el itinerario y la logística del viaje lo dejé en manos de @palviaje.co, una agencia de viajes conformada por personas con el mismo espíritu viajero que yo.
A mi llegada a Tolú me esperaba un malecón que podría maravillar hasta el más experimentado turista, pero ese solo era el principio de todo lo que viviría ese día.
Lo siguiente fue abordar una lancha con la que atravesé nada más y nada menos que el Golfo del Morrosquillo, una de las riquezas naturales más importantes que hay en el país. La ruta lacustre, que se extendió por al menos una hora, estuvo guiada por el capitán de la lancha, quien de manera detallada dio a conocer lo que había alrededor.
Poco a poco fue transcurriendo el paseo por el archipiélago de San Bernardo, pasando por las islas Boquerón, Palma, Múcura y Tintipán; todas caracterizadas por el agua cristalina que hace posible ver con claridad lo que hay en fondo.
En Tintipán abordé una segunda lancha, un poco más pequeña que la anterior, para navegar hacia el mar abierto y allí poder hacer careteo; una actividad similar al buceo que permite tener contacto directo con la vida marina; entiéndase peces de colores, medusas (de las que no son tóxicas), estrellas de mar, corales, entre otras cosas.
Nota: recuerda que estas especies son marinas y por tanto deben mantenerse así, es decir, no es recomendable que se saquen del agua pues podrían sufrir daños respiratorios. Si deseas obtener alguna fotografía para recordar, tómalas estando sumergido/a con equipos que están diseñados para eso.
Pues bien… Al terminar el careteo y quedarme con imágenes del fondo del mar que jamás quisiera borrar de mi mente, volví a tierra firme junto a mis amigos y el resto del grupo, para degustar en la isla del más exquisito almuerzo a la orilla de la playa. En mi caso, que no soy una persona vegetariana, se trató de un pescado frito, acompañado con ensalada, patacones y un delicioso arroz de coco.
Tras hacer una pausa breve para reposar los alimentos, nos dirigimos hacia isla Múcura, en donde tuve la oportunidad de conocer el Parque Nacional Natural ‘Los Corales del Rosario y de San Bernardo’. Allí había había un ambiente muy caribeño, pero a la vez fusionado con los acentos y los estilos de los turistas que, al igual que yo, llegaron desde otras partes de Colombia y del exterior.
El cierre de este plan playero de domingo no pudo ser mejor. El ‘broche de oro’ del paseo fue una visita guiada a la isla más poblada del mundo.
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Su nombre es Islote de Santa Cruz, y es jurisdicción del departamento Bolívar, específicamente de la ciudad de Cartagena. Su extensión territorial es de apenas una hectárea y en ella habitan 780 personas (según un censo hecho en 2020).
En su interior hay cerca de 100 viviendas. La isla ha crecido hacia arriba, lo que quiere decir que este centenar de inmuebles está dividido en pequeños bloques de dos o tres apartamentos. Cuenta con un colegio en el que hay 230 niños matriculados, un centro de salud comunitario, zona de internet gratuita e inalámbrica otorgada por el MinTIC y un sistema de energía solar donado por el gobierno de Japón.
Antes de despedirme me encontré con una de las más grandes maravillas que tiene la misma: un acuario natural en el que habitan tiburones domesticados con los que me fue posible nadar e interactuar.
Así culminó mi día y volví a casa de la misma manera, pero a la inversa: la lancha, primero hasta el malecón y luego en autobús hacia Montería. Regresé con la satisfacción de haber tachado nuevos lugares en mi lista de destinos, de tener anécdotas para contar, y por supuesto agradecida con el equipo de @palviaje.co que aportó todo para que la experiencia estuviese 10/10. Para contactarlos puede dar clic AQUÍ.
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