Atendiendo la cercanía de la Semana Santa, no puedo dejar pasar esta época rica en tradiciones religiosas, culturales y gastronómicas en nuestra costa caribe.
Ya en los supermercados encuentras el bagre seco, para hacer el revoltillo de bagre con huevo, encuentras en los patios de las casas las Icoteas de a 5 y de a 4, esperando nada más el momento para darle muerte en una gran olla de agua caliente, para después lavarla con abundante limón y naranja, ponerla a ablandar y luego echarle los condimentos, ajo, cebolla, tomate, y luego el toquecito final, la leche de coco, para dejarla cocinando un rato.
Al igual que la Icotea, el bagre seco salado también hace parte de esta milenaria tradición, he visto como mi madre lo prepara dejándolo en un día antes en agua para desalarlo, luego lo cocina en agua caliente para después desmecharlo, se hace un sofrito con ajo, cebolla, tomate, zanahoria, ají, pimentón, a este se le agrega el bagre y posteriormente los huevos. Admito que me gusta muchísimo este plato acompañado de arroz de frijolito negro, que se cultiva bastante en estas tierras cordobesas, incluso lo cultive en el patio de mi casa y salí a venderlo en una temporada, buenísima la experiencia.
Todos estos platos se elaboran de una forma muy sencilla, pero la trascendencia de la época hacen que su preparación se convierta en un ritual casi que sagrado, y obligatorio en muchas casas costeñas, he sabido que en esta época a las seis de la mañana ya está lista la comida, e incluso ya las personas han degustado estos ricos platos.
¿De dónde viene la tradición? Aún no lo sé, quizás de la Biblia, desde el miércoles de ceniza, cada viernes, por cuarenta días, no se come carne, entonces se pone de moda comer atún, mote de queso, mote de palmito, ensalada de papa con huevo y remolacha aderezada con mayonesa, arroz de frijolito, guiso de Icotea, el cual se comercializa ya, y muchos otros platos.
Claro todo esto en la época se convierte en un lujo, a medida que se va acercando la anhelada fecha de los días santos van aumentando de precio los comestibles de moda, las verduras, los pescados, el queso, el aguacate, pero aún así la gente no se priva de degustar estos platos.
La Icotea, a pesar de la prohibición de su comercialización y posterior consumo, por ser un animal en vía de extinción, la venden ya muerta, en cajitas de icopor, 5 presas, por un valor de $15.000 o $20.000, para terminar de preparar en casa o restaurantes de la región la comercializan ya preparada y se convierte en el plato del menú más vendido para la época.
Así mismo los dulces hacen parte de toda esta gama culinaria, encontramos el dulce de ñame, dulce de papaya, la chicha de Maíz. el tradicional «Mongo Mongo», el rey de los dulces en Semana Santa, que es una mezcla de frutas de la región como la piña, mamey, mango, batata rallada y cocida, plátano amarillo, el cual se coloca a hacer días antes de la semana, para que en estos días se pueda disfrutar en todo su esplendor.
De este dulce hay muchas formas de preparación, personalmente me gusta mucho cuando la fruta es licuada y no se siente casi al comerlo, en un próximo artículo les daré las recetas de algunos de estos dulces para que los preparen en casa y los disfruten con la familia.
¡Hasta la próxima!
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