¿Qué significa vivir en una de las 10 ciudades más sostenibles del planeta?
Advertencia: Esto aquí escrito es un regaño y usted, si decide leerlo, está en todo su derecho de “ponerse bravo”.
En los últimos días, Montería fue reconocida internacionalmente por ser una de las 10 ciudades más sostenibles del planeta en el marco de la Conferencia Mundial Hábitat III, desarrollada en Quito, Ecuador. Sin embargo, unos cuantos días después de recibir el galardón por parte del Fondo Mundial para la Naturaleza, en nombre de la ONU, quise justificar por qué es importante para todos los monterianos reconocer los cambios urbanísticos de nuestra ciudad y adaptarnos a ellos positivamente para crecer y convertirnos en la Ciudad Verde de Colombia.
Para nadie es un secreto que, desde hace un poco más de ocho años, la capital cordobesa emprendió un camino de transformaciones sociales, culturales y urbanísticas con el objetivo de darse un nuevo rostro, cambiar esa connotación de “pueblo grande” —porque así era conocida— e identificarse ante todo el mundo como un centro de desarrollo ambiental y sostenible, que ama a su río, a su gente y sus orígenes: la agricultura y la ganadería.
“El pueblo grande” comenzó a dar pequeños pasos en vivienda, transporte, infraestructura, educación, saneamiento y servicios básicos durante cuatro años que después fueron complementados en la siguiente administración, con ampliaciones en ciclorrutas, parques y megacolegios. Montería creció y ahora es la única ciudad intermedia que se encuentra en el top 10 de las más sostenibles del planeta.
Y por si tienes dudas, este artículo no es para rendir pleitesías a ninguna administración, pero sí para hacer memoria y reconocer que nuestra ciudad ha avanzado y se ha transformado. Esto es para que “nos inflemos el pecho”, porque sí y porque no, porque faltan muchas cosas por cambiar, pero no por eso hay que desconocer y refunfuñar por lo que no fue o lo que aún falta.
Pero más allá de eso, lo de aquí está escrito para regañar a los monterianos —con su permiso para generalizar— por dejar que su ciudad creciera más que ellos, por no caminar a la par de Montería y no adaptarse a los cambios de ella. El orgullo y el amor que le tenemos a nuestra tierra es directamente proporcional a la cultura ciudadana, al cuidado que le damos a nuestros jardines, a nuestras calles y nuestras esquinas.
Y es que no sólo es responsabilidad de las administraciones cuidar de las ciudades, porque quienes vivimos en la Villa Soñada, La ciudad de las golondrinas, La Perla del Sinú, o cualquier seudónimo que merezca nuestra capital, somos nosotros y por ello es nuestro deber como ciudadanos aportar en el desarrollo, “si quiera cuidando las maticas”. No podemos dejar que nuestra Montería vaya pa’ adelante y nosotros pa’ atrás.
Los cambios que han hecho que Montería sorprenda al mundo son: la recuperación del espacio público, un Plan Maestro de Parques, la construcción de 30 kilómetros de ciclorrutas, el desarrollo de la estrategia Agrópolis del Sinú, la iniciativa de sembrar cien mil árboles, hacer del río Sinú el protagonista de la ciudad, el avance en la utilización de energías renovables y la implementación de un Sistema Estratégico de Transporte Público, mientras que los cambios que NO hemos hecho los monterianos y por los cuales NO nos sorprendemos son: Las basuras en el río y las calles, las plantas que se roban de los jardines públicos, los parques y paraderos de buses destruidos, el irrespeto al peatón y las bicicletas —aún en sus espacios— y muchos más de los que no me acuerdo, pero que tal vez usted sí y que a mi percepción no van alineados con los propósitos de la ciudad.
Ahora bien, no todos los monterianos somos así, pero ver esos ejemplos todavía, demuestra que hay quienes no se identifican con el nuevo perfil de la ciudad. No busquemos excusas en políticos, que si ellos hacen y nosotros no; si ellos no hacen y nosotros sí, no importa, es nuestra decisión aportar algo para contribuir a la construcción de la Ciudad Verde, con pequeños cambios, llenos de amor y respeto.
Por eso, vivir en una de las 10 ciudades más sostenibles del planeta no es sólo para enorgullecerse, ni tampoco criticar, es para darnos cuenta de que Montería está cambiando y que es nuestra responsabilidad proyectarnos con ella y adaptarnos a sus perspectivas, con valores urbanos como respetar las zonas verdes, hacer buen uso del espacio público o simplemente acatar las normas de tránsito. Vivir aquí significa amar a Montería y ser celosos con ella teniendo sentido de pertenencia. Nuestra ciudad merece, a pesar de todo —y lo digo de nuevo y arriba— A PESAR DE TODO, ser amada, respetada y valorada por sus habitantes.
Regañados o no, lo importante es demostrar también con nuestros actos que sí vivimos en una de las ciudades más sostenibles del planeta. Hagámoslo juntos: Montería, usted y yo.
Fin.